De tan común que es, se ha convertido parte del ciclo que se repite cada año, junto a la caída de las hojas o la llegada de la Navidad. Cada temporada otoñales casi inevitable caer en las redes de un constipado, o más bien, de dos a tres, tal y como asegura la Organización Mundial de la Salud. Con el objetivo de evitar la enfermedad con mayor prevalencia del mundo, el Centro del Resfriado Común de la Universidad de Cardiff ha desarrollado una serie de pautas para evitar caer en las redes de este tipo de virus. A pesar de ello, recuerdan que “sólo un ermitaño podría evitar estas enfermedades”, que se transmiten principalmente a través del contacto directo, por lo que resulta muy difícil aislarse completamente de cualquier posibilidad de contagio.

Los expertos recuerdan, como se ha señalado en múltiples ocasiones, que el frío de por sí no causa ni resfriados ni gripe, aunque sí pueden contribuir a preservar dichos virus, por lo que la asociación entre las bajas temperaturas y estas enfermedades no es gratuita. Además, se advierte que frente a la opinión que muchas personas tienen, la vitamina C no previene los resfriados, o al menos, no hay suficiente evidencia científica para mantener tal idea, como puso de manifiesto un estudio publicado hace unos años por el departamento de Salud Pública de la Universidad de Helsinki. Así pues, ¿qué podemos hacer para mantener los resfriados a raya?

Lavarse las manos llegaba a reducir la incidencia del resfriado en un 45%–Cuidado con los pies. Un consejo clásico de las abuelas, pero que raramente venía acompañado por su explicación científica (que la hay): una investigación llevada a cabo en el Common Cold Centre de la Universidad de Cardiff descubrió que, por ejemplo, meter los pies en un barreño de agua fría llegaba a duplicar las posibilidades de padecer un resfriado, algo que comprobaron tras someter a dicha prueba a un grupo de 90 estudiantes. Sin embargo, el grupo de científicos matizaba que quizá, simplemente, el agua helada habría hecho aflorar los síntomas de una enfermedad que ya se encontraba presente pero aún no se había manifestado.

–Lávate las manos. Conviene recordarlo una vez más: los constipados y la gripe se contagian por contacto directo. Y no vale con mojarse simplemente las manos y secárselas rápidamente, sino que hay que frotarlas bien, con jabón, y al menos durante 20 segundos. Puede ser tedioso, pero también marcar la diferencia. Un célebre experimento realizado por la Marina de Estados Unidos puso de manifiesto que después de obligar a los soldados a lavarse las manos cinco veces al día se había conseguido reducir la incidencia del resfriado en nada menos que un 45%.

–No te toques la cara. Los ojos, la nariz y la boca son las zonas del cuerpo más sensibles para la entrada de organismos perniciosos. La tendencia de los niños a tocarse el rostro hace que sean blancos fáciles para este tipo de bacterias, y por eso suelen pasar más tiempo resfriados que los adultos. Además, los pequeños son más contagiosos que los adultos durante los dos primeros días de enfermedad.

–No te estreses. Un hombre estresado es la víctima perfecta de las bacterias del resfriado. Cuando estamos más nerviosos de lo habitual, nuestro sistema inmunológico comienza a debilitarse y la producción de interleucinas comienza a descender. Un estudio publicado este mismo año en Proceedings of the National Academy of Sciences señalaba que el estrés crónico provocaba que el resfriado fuese más fuerte y más difícil de curar. “Los síntomas de un resfriado no están causados por un virus, sino por la respuesta inflamatoria a la infección”, recordaba Sheldon Cohen, responsable de dicha investigación.

El alcohol ataca al sistema inmunológico–No estornudes en tus manos. La reacción más habitual es la de taparse la boca con las manos cuando estornudamos, pero es la mejor manera de propagar nuestras bacterias y contribuir al contagio de cualquiera que vaya a estrechar nuestras manos. Es preferible estornudar en nuestras mangas, o aún mejor, en un clínex. En su defecto, pide a los que te rodean que hagan lo propio, o se protejan la boca con un pañuelo (que ha de ser tirado a la basura inmediatamente) para que no te contagien la enfermedad.

–Descansa. De igual manera que es importante estar relajado, gozar de las horas de sueño suficientes es esencial para mantenernos fuera del alcance de los resfriados. La razón vuelve a ser la protección de nuestro sistema inmunológico, que es la principal defensa frente a este tipo de infecciones. Ya no se trata sólo de escapar del resfriado común, sino también de muchas otras enfermedades.

–No fumes ni bebas. Los fumadores tienen más posibilidades de caer en los brazos del resfriado y de la gripe, como señalan las estadísticas, así como deagravar sus síntomas a través de la inflamación de la garganta. Por su parte, el alcohol ataca al sistema inmunológico que protege nuestro organismo, deshidrata nuestro cuerpo y favorece la aparición de infecciones.

–Cuidado con los espacios cerrados. Hospitales, aeropuertos y transportes públicos atestados. Estos son tres de los lugares donde es más posible pillar un resfriado, ya que en ellos, la concentración de gente es muy alta y la posibilidad de contagio, mucho mayor. Así que, aunque el frío parezca el principal causante de estas dolencias, es preferible salir a la calle a tomar el aire que exponerse al contagio en lugares abarrotados.

Los antibióticos pueden ser contraproducentes–Come ajo y yogur. El ajo es un alimento que protege nuestro sistema inmune de un gran número de infecciones bacterianas, en concreto, gracias a componentes como el alicín, el ajoene y los tiosulfinatos. Por su parte, el yogur ayuda a las bacterias positivas que son las que crean los glóbulos blancos que nos protegen.

–No confíes en los antibióticos. Aunque jamás deberíamos automedicarnos bajo ninguna circunstancia, tenemos que recordar que los antibióticos acaban con las bacterias y no con los virus, por los que presionar al médico para que nos los proporcione no sólo es inútil, sino contraproducente, ya que puede terminar con las bacterias que forman parte de nuestras defensas.

El zinc puede ayudar (pero ten cuidado). Un estudio publicado el pasado año ponía de manifiesto que el consumo de suplementos de zinc podía prevenir el constipado, pero ello no quiere decir que debamos lanzarnos a consumirlo sin tomar precauciones, ya que aún no se ha llegado a un acuerdo sobre cuál es la dosis indicada. Además, pueden hacer daño al estómago y causar efectos secundarios como las náuseas. El efecto que provoca este mineral, según las más recientes investigaciones, es que impide la entrada del organismo en nuestro cuerpo y, posteriormente, evita su reproducción. Por ello mismo, se señala debe ser consumido durante las primeras 24 horas de la enfermedad, con el objetivo de acortar la duración de la enfermedad.

 

FUENTE: elconfidencial.com