Marcelina comenzó a venir gracias a su hijo, él era cliente ya. El hijo le dijo “mamá menuda pasada de gimnasio, lo que has de hacer es primero ir a ver el gimnasio y cuando estés dentro a ver qué crees que debes hacer”. Ella le hizo caso a su hijo y desde entonces, solo al entrar ya decidió que aquí se quedaba.  Ahora lleva cuatro años viniendo. Prefiere evitar otros caprichos que dejar de venir al gimnasio, éste le ayuda mentalmente y físicamente es una de sus prioridades del día a día. Ella comenzó a venir en un momento crucial de vida en el que se jubilo y al ser muy energética buscaba un lugar o actividad en la que canalizar su energía natural.

Sobre todo asiste a clases acuáticas aunque también va a la sala de fitness y a actividades de carga reducida.

Ha estado en otros clubs pero en ninguno se ha sentido como en este. En este centro se siente como en casa y puede desarrollar amistades y relaciones. Se ha formado un grupo muy bueno. Salen de excursión personas jóvenes y menos jóvenes y todos son un grupo que surge en Illes pero no acaba en Illes. Como ellas dicen, “Lo bonito del gimnasio es lo que viene después, todo comienza aquí pero es una rueda y el grupo cada vez se va haciendo más grande, ahora estamos organizando un crucero.” “Observa que no es un gimnasio simple, la gente es lo excelente y eso hace que otras personas quieran arrimarse… “Illes viene a substituir la vida de club que teníamos cuando éramos más jóvenes»

Acerca de lo instructores comentan que «Consiguen que cuando una se siente sin ganas de trabajar tengas ganas de ello». Es inevitable, la energía de los instructores les hace querer trabajar. Los instructores han mejorado mucho y no hay día que no se note la mejora continua que es fruto de su formación diaria y de su profesionalidad.

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