¿Cómo conociste Illes y porqué decidiste apuntarte?

Mi historia en Illes es la historia de un descubrimiento. Entré casi a ciegas, poco convencido de lo que estaba haciendo, confiando en la buena voluntad de un amigo que prometió acompañarme en todo el proceso de ponerme en forma con el ánimo de que alcanzara la fuerza que necesitaba para resistir la pesada labor del campo. Pues sí, me gusta el campo, cultivar hortalizas y sembrar árboles. Siempre he sentido una especial predilección por las actividades al aire libre , y en frente a la propuesta de ir a un gimnasio, me mostré escéptico y poco convencido. No me veía haciendo deporte, y menos dentro de un espacio cerrado.

Si tuviera que radiografiar a mi persona, se descubriría que la ejercitación de su cuerpo mental ha sido desde siempre mucho mayor que la de su cuerpo físico. Verter mis esfuerzos en el entrenamiento del cuerpo físico suponía un gran reto y el miedo, como es obvio , se apoderaba de mi. El desconocido nos asusta. Nos pasa a todas las personas. Confiar y dejarse asesorar por los demás, es una buena opción en momentos de bloqueo. Así que cerré los ojos y me dejé llevar por mi amigo.

¿Qué has descubierto en nuestro centro?

Ir a Illes ha significado una transgresión de la línea que cerraba mi zona de confort. La superación de los límites, aquellos que me autoimponía haciéndome creer que un gimnasio y el deporte en general no eran lugar ni actividades para mi, es la primera lección que he aprendido. La de cosas que nos perdemos en la vida cuando adoptamos como propio un sistema de creencias que resultan obstruir las experiencias que se asocian a la imagen de nosotros haciendo cosas que no aprobamos. Y esto es básicamente porque no creemos en nosotros mismos. Hacer deporte en Illes me está ayudando a creer más en mi y esto es así porque el exceso de actividad mental y dirigida hacia dentro -«yin» como dirían los orientales- se ha visto compensada por una actividad física y dirigida hacia fuera»yang», es decir, de proyección hacia fuera, de iniciativa, de toma de decisiones, de actividad, etc.

He descubierto que la actividad física nos transparenta y nos permite ser genuinos y fieles a nosotros mismos, sin miedos. He sentido como el entrenamiento físico estimula el valor de la humildad. La fatiga nos nivela entre nosotros. El cansancio que de todos se apodera cuando se entrena, no da espacio al juicio ni a la crítica porque todos nos sentimos víctimas de la misma fatiga y de nuestros propios límites. La conciencia compartida de que todos tenemos nuestros límites nos permite aflorar la más genuina expresión de lo que somos, sin miedo de lo que dirán.

¿Qué te parece el centro y el servicio que ofrecemos?

En momento de duda no hay mejor opción que dejarse llevar y asesorar por expertos que merecen toda nuestra confianza. Los instructores que me acompañan en cada entrenamiento son el mejor valor añadido del que dispone Illes. Destaco de ellos tres valores indispensables que necesita tener cerca toda persona en su afán de crecer, el optimismo, la motivación y la comprensión.
Ellos son el mejor estímulo para ircada día a entrenar porque con ellos no sólo se entrena el cuerpo sino también el alma.